Una economía de mando es aquella en la que un gobierno toma todas o la mayoría de las decisiones económicas del mercado y posee todas o la mayoría de las propiedades, especialmente todas las grandes propiedades comerciales e industriales. En general, los países comunistas, socialistas y fascistas se manejan como economías de mando. Tales sistemas económicos son propensos a una serie de efectos negativos que han sido demostrados por países como la antigua Unión Soviética y Corea del Norte.
Mala asignación de recursos
Las economías de comando son altamente susceptibles al desperdicio masivo de recursos, en términos de recursos humanos y de capital. La razón principal de esto es que debido a que todas las decisiones son tomadas por una autoridad central, la información necesaria para adivinar correctamente dónde deben ir los materiales, la mano de obra, los recursos naturales y la experiencia rápidamente se vuelve abrumadora. Es imposible que los planificadores centrales conozcan todas las variadas necesidades que determinan qué asignar a cada país.
Ineficiencia extrema
La ineficiencia masiva es un resultado directo del desbordamiento de información que viene de decidir dónde asignar los recursos para un país entero. Esto se debe a que el gobierno central, que tiene la única autoridad legal para tomar decisiones económicas, simplemente no puede hacer que todos sean lo suficientemente rápidos para permitir mercados funcionales, fácil disponibilidad de bienes y servicios y el tipo de vida económica flexible que se encuentra en las economías de mercado.. El resultado es que casi cualquier tipo de demanda social o de consumo se satisface de manera muy lenta e ineficiente.
Hambre y escasez
La ineficiencia y la mala asignación de recursos en un comando hacen que los planificadores del gobierno no sepan a tiempo cuánto producir de un producto u otro, y cuándo o dónde. Esto crea una sociedad en la que la escasez de cosas básicas, como alimentos y productos personales, se convierte en un problema constante. En casos severos, esta escasez puede llevar a hambrunas que matan a cientos de miles o incluso a millones de personas.
Pérdida de libertad individual
Es fácil imaginar que una economía de mando permitiría muy poca libertad personal o económica. Este ha sido históricamente el caso de tales economías. La mayoría de las personas tienen libertad individual de una libertad económica para perseguir sus intereses personales, negocios e intereses profesionales. Una economía en la que el gobierno decide toda actividad restringe naturalmente tales elecciones. Un gobierno central que controla una economía también controla las vidas económicas de sus ciudadanos por defecto.