La igualdad de género en el lugar de trabajo es un problema social, ético y político continuo, incluso con leyes vigentes que hacen ilegal que los empleadores discriminen por motivos de género. La noción de valor comparable se refiere a determinar el valor de los puestos de trabajo para garantizar que los empleos tradicionalmente ocupados por mujeres reciban la misma compensación que aquellos tradicionalmente ocupados por hombres cuando cada puesto requiere las mismas habilidades, educación y niveles de riesgo.
Justicia
La principal ventaja del valor comparable es la equidad para hombres y mujeres por igual. Bajo un sistema de valor comparable, los trabajadores reciben salarios en función de lo exigentes que son sus trabajos, no de su género o de las asociaciones de género que ocupan sus puestos. Por ejemplo, los puestos docentes en los programas vocacionales son más a menudo ocupados por hombres, mientras que las mujeres ocupan más puestos de enfermería. Debido a que las dos ocupaciones requieren el mismo nivel de conocimiento, educación y capacitación, un valor comparable incluye la igualdad salarial para los dos trabajos.
Oportunidad económica
Una de las ventajas a largo plazo del valor comparable es el aumento de las oportunidades económicas para las mujeres. Las profesiones que generalmente atraen a las mujeres tienden a pagar menos que las posiciones comparables que atraen a los hombres, lo que lleva a salarios más bajos para las mujeres. Algunas mujeres se encuentran incapaces de administrar un hogar o disfrutar de un nivel de vida razonable solo, lo que lleva a depender de un segundo ingreso de un cónyuge. El valor comparable garantiza que las mujeres tengan las mismas oportunidades de desempeñarse como jefas de hogar y que ganan ingresos por sí mismas.
Costo
Una de las desventajas de un sistema de valor comparable es el costo para los empleadores. Los activistas y defensores que apoyan un valor comparable piden a los empleadores que representan industrias que contratan a un gran número de mujeres que aumenten sus tasas de pago hasta que sean iguales a las posiciones comparables en industrias dominadas por hombres. Esto eleva el costo de la nómina para los empleadores y reduce sus ganancias. El aumento de los salarios sin un aumento en la productividad de los empleados también podría dar lugar a despidos y una desventaja competitiva para los empleadores que realizan cambios para adaptarse a un valor comparable.
Dificultad de establecimiento
Otro inconveniente del valor comparable es la dificultad inherente al analizar y valorar los trabajos. Los diferentes métodos clasifican los trabajos de manera diferente, calculando los valores relativos de los requisitos de educación universitaria, las necesidades de capacitación especializada, el promedio de horas trabajadas, los riesgos en el lugar de trabajo y los niveles de estrés y el nivel de responsabilidad. Ningún método es perfecto para determinar qué trabajos son de hecho comparables, y los empleadores deben tomar estas determinaciones difíciles por sí mismos o someterse a un análisis externo que determine lo que deben pagar a sus trabajadores. Esto deja mucho espacio para el desacuerdo y es una de las razones por las que un valor comparable es un concepto general y no una cuestión de ley o política formal.